lunes, 28 de marzo de 2016

El río Ouse un 28 de marzo de 1941



Un día como hoy, pero de 1941, Virginia Woolf, con 59 años de edad, decide caminar por segunda vez hacia el río Ouse.
Virginia plasmó en su obra literaria las dificultades de ser mujer, en un mundo dominado por el sexo masculino.  En su ensayo Un cuarto propio, revela con gran fuerza su pensamiento feminista denunciando la invisibilidad de la mujer, como también la dificultad para acceder a la universidad, la segregación por sexo en la educación, o los estereotipos en la novela.
Tuvo la percepción de que todos albergamos un secreto.  Quizás los abusos sexuales por parte de uno de sus hermanastros, la hizo silenciar y crear un mundo que no se puede compartir con nadie, así como, no se comparte con nadie un secreto.   Y su tristeza, quizás la obtuvo o se agudizó después de ser testigo de la muerte de sus seres queridos (primero su madre cuando Virginia tenía 13 años, diez años más tarde su padre y después una hermana).
Sumida en su propio universo y quizás para evadir tanta realidad comienza una búsqueda implacable de horizontes nuevos donde conocer y reposar su espíritu, en uno de sus diarios escribe:  “ Un descubrimiento en la vida, algo que uno pueda coger entre las manos y decir: esto es”.
Imagino que ese irrumpir, se refiere a sentir o tener algo/alguien que le recuerde que está viva.  O quizás experimentar un arrebato que estremeciera todo su ser, su permanente tristeza, o un arrebato, que estremeciera ese sentimiento de estar deshabitada, de caminar sola y abrirse paso dentro de sus propios miedos.   Al sentirse una extraña para sí misma busca en vano atrapar su esencia y reconoce su derrota ante el esfuerzo “La verdad es que no se puede escribir directamente acerca del alma.  Al mirarla se desvanece”.
Toda la obra de Virginia es una constante experimentación donde usa diversas técnicas narrativas que conducen a sus laberintos internos. 
Después de confesar a su esposo en una carta que presiente que enloquecerá de nuevo y que esta vez no lo podrá soportar porque está escuchando voces, que ya no puede luchar más, que ni siquiera la carta puede escribir y que no puede leer, le agradece la vida que han compartido juntos.

Luego, se comienza su caminata habitual, pero esta vez antes de llegar a la orilla del río, llena las carteras de su abrigo con piedras, con muchas pequeñas piedras y se adentra en las aguas y se entrega a la única condición que la podía salvar.

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