Del Autor
Herta
Muller, escritora rumana. Su familia
pertenece a los Suabos del Danubio, que formaban una minoría alemana. Su abuelo granjero y comerciante, es expropiado
de sus tierras bajo el régimen Comunista Rumano. Su padre fue formado como nazi y su madre
deportada a la Unión Soviética, donde en un “campo de trabajo” fue obligada a
realizar trabajos de reparación, ya que los rusos consideraban que así, los
alemanes pagaban su culpa colectiva, como cómplices de Hitler, sin considerar
que, algunos también fueron víctimas del nacismo. Herta nace ocho años después de finalizada la
segunda guerra mundial, se forma bajo la sombra de unos padres deteriorados por
lo que padecieron en la guerra y silenciosos del pasado que los atormentaba.
Del Libro
Uno
de los libros en los que deja testimonio de lo ocurrido en aquellos campos de
trabajo es “Todo lo que tengo lo llevo conmigo” donde recoge las conversaciones
que mantuvo con su amigo el poeta Oskar Pastior, quien fue sobreviviente de uno
de esos campos. La muerte de Oskar no
permitió que presentaran la novela en forma conjunta.
El Argumento
El
protagonista es Leopold Auberg, un adolescente de 17 años, es llevado a un
campo de trabajo, donde, como otros, será sometido al hambre, frío, labores
insalubres y, sobre todo, humillaciones.
En primera persona Leo describe sus reflexiones sobre el hambre, a quien
llama Ángel del hambre, de cómo la única preocupación de los internos es
saciarla. Ante esta situación quedan al
descubierto la conducta noble y despreciable de las personas sometidas a
vicisitudes extremas. Pero, la vida de
Leopold, antes de ser tomado prisionero, ya estaba siendo sometida a duras
realidades para sobrevivir:
“En enero de 1945 la
guerra continuaba. Temiendo que en pleno
invierno los rusos me obligasen a ir quién sabe dónde, todos quisieron darme
algo que quizá tuviera utilidad, aunque ya no sirviese para nada. Porque en el mundo nada servía”.
Confiesa
la prostitución que ejerció: “A mí me había sucedido
algo. Algo prohibido. Era extraño,
sucio, vergonzoso y hermoso. … E
n el parque se practicaba un intercambio
desenfrenado, y yo dejaba que me pasaran de uno a otro. En verano los abedules tenían la piel blanca;
en la maleza de jazmines y saúcos crecía una pared verde de follaje impermeable.
La
voz de Leopold cada vez nos va confesando cada padecimiento y de cómo esa violencia
comienza a roer su espíritu y lo comienza a convertir en una parte del
silencio, lo hace callar inclusive cuando habla: “Llevo un equipaje de silencio. Me he rodeado de un silencio tan hondo y
duradero que nunca acierto a abrirme con las palabras. Cuando hablo, solamente me cierro de otra
manera”. “Cuando la carne ha
desaparecido del cuerpo, arrastrar tus huesos te convierte en una carga, te
empuja hacia el interior del suelo”.
Todo
lo que tengo lo llevo conmigo, parece que no fuera una novela, es más bien una
larga y extensa prosa poética “los huesos colgaban sin asidero de mi soledad” en la que cada página nos envuelve y
nos lleva a sentir y mirar la cruda realidad a la que se vieron enfrentadas
miles de personas.
Las
palabras de su abuela, cuando se despidió, las atesora en su mente. Son una luz que lo mantiene vivo durante los
cinco años. Cuando cierra los ojos
recuerda su rostro, el temblor de sus manos y espera desesperadamente, cumplir la profecía sentenciada por aquella anciana “sé
que volverás”.
Lo
sorprendente es que cuando regresa, su familia es otra, está anestesiada por
otros dolores, no le preguntan lo sucedido en el campo de trabajo, lo reciben
como si fuera un extraño que llega y continúan con su vida ¿normal?. El silencio de la familia de Leopold ante el
dolor propio y el ajeno, es el mismo silencio ante el que sucumbieron los
padres de Herta, es un silencio que se doblega ante el dolor y no se habla
porque al convertirlo en palabra todo vuelve a doler aún más.
Leer
a Herta Muller me ha servido para conocer la historia de quienes han sido
sometidos a un régimen que en afán de justicia subyuga y mata a seres
inocentes. Una vez comenzado a leer este
libro, en definitiva, no se puede parar porque cada renglón atrapa, cautiva y
te hace sentir en carne propia lo padecido por miles de personas.
PÁRRAFOS
Les
dejo algunos párrafos para que dimensionen la realidad y la pluma de Herta
Muller:
“Cada palabra del hambre es una palabra de comida,
tienes la imagen de la comida ante los ojos y el sabor en el paladar. Las palabras de hambre de comida alimentan la
fantasía, se comen a sí mismas. … Todo hambriento crónico tiene sus propias
preferencias, palabras de comida raras, frecuentes y continúas”.
“Los zapatos de madera impiden doblar los
dedos. No levantas los pies del suelo,
deslizas las piernas. De tanto arrastrar
los pies, se te ponen tiesas hasta las rodillas. En los zapatos de madera no había derecho ni
izquierdo”.
“Las mujeres de cal, arrastran el carro de caballos
con los trozos de cal por la escarpada pendiente situada junto a las
caballerizas. A cada lado de la lanza
van uncida cinco mujeres con correas de cuero alrededor de los hombros y las
caderas. Las escolta un guardia que
camina a su lado. Mientras tiran, tienen
los ojos hinchados y húmedos y la boca entreabierta por el esfuerzo”
“Una de las mujeres de cal, es Trudi. Trudi dice que las moscas del lodo huelen la
sal en los ojos y el dulzor en el paladar.
Y cuanto más débil estás, más te lloran los ojos y más se endulza tu
saliva. a Trudi ya la uncían atrás de
todo porque estaba muy débil para ir adelante.
Las moscas del barro ya no se posaban en el rabillo del ojo ni en los
labios, sino en la pupila y en el interior de la boca. Trudi Pelikan empezó a tambalearse. Cuando cayó, el carro le pasó encima de lo
dedos de los pies”